¿Y qué más da, si ya no estás?,
Cuidar apariencias, mostrarme como mujer de valores y principios,
¿Para qué?, si desde hoy soy progenitora de hijos bastardos.
Bajo el luto y detrás de las lágrimas reprimo el grito de impotencia,
De la lucha perdida por ver finada la ilusión de la familia ejemplar.
Peor que marca escarlata, será escuchar en vez de “señora de tal”, “la viuda”,
Siempre cargaste con la mejor suerte, yo con nosotros, los nuestros y hoy con tú muerte.
Ay, si la muerte fuera tan fácil como lo es para el difunto, solo cerrar los ojos y no hay mas, ni tramites de sepelio, ni actas de defunción, ni noches en vela, ni tormentos del recuerdo .
Mil veces seguirte que soportar una carga más, que alguien cargue a hora conmigo, que ante el peso mi cuerpo se ha vencido, que me llamen egoísta, mala madre o quizás cobarde. Pero si viven algo de lo que me toco vivir, sabré aceptar sus disculpas, que es tan fácil hablar del sentir que solo se ve, ya que cuando se siente no se ve y difícilmente se expresa.
Que me llamen cobarde, pero que mi epitafio solo rece:
“Compañera devota hasta el sufrimiento extremo”.