Hay una dulzura que me embriaga
y no está en el ambiente:
está en mi alma.
Corre por mis venas.
Parte del corazón,
sale a mi casa,
a mis amigos y a la gente…
¡Toda esa gente que pasa!
Hay una dulzura dentro de mí,
pero, ¡ay! ¡No es mía!
Es prestada,
contagiada,
copiada de tus ojos,
de tu alma.