Busco, como cada día,
la mirada dulce de aquel sueño,
aunque solo vea su silueta
escondida en algún desván.
Busco... y busco sus manos amantes
de tierna caricia, donde hoy sé no están.
Se me esconde el rostro amado
entre sombras que se ocultan en la soledad.
Y en la mente habita su estela ansiada,
como la que deja el cometa atrás.
Va la piel tocada renombrando versos
que una tarde se dijeron... sin hablar.