En el andén de tus deseos
está mi cuerpo,
y con él flameo
ansiando el momento.
En el andén de mis deseos
está el cuerpo tuyo
y yo lo rodeo
entre susurros.
En el andén, esperando,
están los deseos nuestros,
volcanes erupcionando
sin un aposento.
No, no me dejes en el andén
dame la puerta franca,
que yo la mía, abriré también,
para que se unan nuestras ansias.
Allí debajo del andén
te imagino ardiendo en llamas
basta de esperas… Ven, ven…
¡Trae tu fuego hasta mi cama!
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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