Te extraño a lapsos,
a cada hora de cada día,
y hoy asumo tu ausencia, mi desvelo.
Me faltan tú y tus labios,
mi cama te confina,
mis brazos me duelen de falta de los tuyos.
Mi sangre insurrecta pacta con mi corazón,
a disimulados júbilos entre suspiros,
que no valen de estar sin ti.
A veces juego que mis ideas vetan mis efemérides contigo,
como sí no te conociera;
pero la falsedad de aquel juego me custodia en vigilia
con un suspiro que te concierne.
¿Dónde estás? Hoy, mañana, a lapsos,
esta noche, te necesito.