Un joven delincuente
agonizando en la acera,
cayó en una balacera
que lo hirió de muerte.
En su agonía clama
de su progenitora
a última hora
algunas palabras.
Alguien corre a prisa
mostrándose diligente
y avisa urgente
a la susodicha.
Ella toma un crucifijo
y sale en carrera
buscando la acera
donde está su hijo.
Dolor y llanto
fue aquella escena
donde se cercena
la vida a un muchacho.
Salí a delinquir
como un cobarde
y por eso madre,
voy a morir.
Trabajo y sudor
nunca vi en casa
la sed de venganza
fue mi motor.
No quiero rogarle
Pido sensatez,
diga de una vez
quién fue mi padre.
Y la triste madre
por su desafuero brutal,
no supo contestar
porque no lo sabe.
Y el joven delincuente
murió aquella tarde,
sin oír de su madre
lo que quiso siempre.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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