Se necesita valor para atreverse a recorrer la mejor metrópolis, valor para ir por la senda de tu cadera que nace de tu cintura y da impulso para contemplar desde la altura el ofrecimiento de tu pecho; sigo recorriendo el blando terreno, ya voy por el paso armonioso de tu cuello lo beso, y beso.
Con ardor subiendo voy hasta la cascada escarlata de tus labios que me convidan de las mieles del placer, y un fuego suave sin control recorre dentro de mi boca; mas abajo en la frágil cadencia de tu vientre un pozo se llena de la esencia del amor dos invitadas empiezan a recorrer la misma vereda que tomó mi boca, recorren suavemente de arriba a abajo una y otra ves, se hospedan como plumas en su pecho