La mano de mi padre moldeo mi odio
y su fuerza le dio forma a mi orgullo,
sus ejemplos de inmoralidad y aprovechamiento
me dieron valores,
sus rechazos me enseñaron a ser hombre de familia,
su flojera me enseño la fuerza para soportar los trabajos
pesados que doblaban mi espalda
y muchos días me hicieron mojar mis ojos…
De sus golpizas aprendí a defender al débil,
de su inutilidad comprendí que no debía dejar de aprender nunca,
de su amargura entendí lo que era ser feliz.
Y quisiera que el supiera algo…
quizás y soy una desgracia…
pero al menos no soy tu…