Mamá, hoy quiero escribirte
no se si perdones mi atrevimiento
de poder, “mamá”, volver a decirte
después de haber pasado tanto tiempo.
Mi madre biológica fue al cielo
y tú llegaste a nuestro hogar
y yo por rabia, o por celos,
te juzgué y te traté mal.
Hice que con mi padre, riñeras,
inventé historias con mentiras,
hasta que un día, logré que te fueras
y dijeras adiós a mi familia.
Después de ti, llegaron otras mujeres,
peores que tú, menos cariñosas
por eso ahora valoro lo que eres
y el solo pensarlo me destroza.
Hoy no se nada de tu vida
no se si vives o has muerto
ni si podrás leer lo que yo escriba
Con mi alma llena de arrepentimiento.
Nunca más ninguna madrastra
me brindó tanto apoyo;
ninguna como tú, fue tan sensata
ni supo entenderme a tu modo.
Todas me dieron indiferencia
además de humillaciones y maltratos;
ninguna tuvo tu paciencia
ni tenían para mí, besos y abrazos.
Tú no eras una madrastra cualquiera
tú eras una mujer muy bondadosa
eras como mi madre verdadera
en lo tierno y en lo amorosa.
Mamá, recibe mi felicitación en este día
te doy mil bendiciones y te pido perdón
hoy me arrepiento de tantas osadías
y te ofrezco mi cariño de corazón.
No importa que mi padre tenga otra
no importa si tú has rehecho tu vida
quiero amarte y llenarte de gloria
y darte como hijo, lo que pidas.
Mamá, tú no eres aquella madrastra
tú eres ese recuerdo que aún conservo
ojalá y recibas mi sincera carta
y con ella el corazón que allí te entrego.
Feliz día mi mamá buena,
recibe el mensaje de tu hijo sincero:
te llevo en el alma como un emblema
igual que a mi madre, la que fue al cielo.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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