A UN AMIGO
Fuiste un bastón en mi delirio,
la sombra de mi cuerpo,
el candil de mis noches,
el más saltarín de mis amigos.
El mejor interlocutor
de mis discursos solitarios,
y quizás, un parlante mudo
que todo decía con su mirada.
Un inseparable compañero
de aquellas cumbres pedregosas
o de aquellos dulces caminos.
Y ahora que no estás, regresas,
como un general de mil victorias
junto a un ejército de estrellas,
recorriendo, noche tras noche,
tu recuerdo en mi memoria.
Gerardo Ramirez