Tu discurso supone de elocuencia ensayada,
y como tus besos, es hueco y vanidoso.
acaricias y encantas desdichada, como tu amor;
sin promesa, ni rumbo.
Te comprometes y juegas a ser una mujer,
te alimentas de engaño y añagaza;
te disfrazadas de inocencia,
deseas ser seducida, y cautivas con ojos verdes y perdidos.
Predicas acertijos y besas fuego,
y te asustas como niña sin padre;
luego, triste y chamuscada
inquieres consuelo y buscas cobijo en ese laberinto ardiente que tú trazaste.
Ensayas y catas el amor sin consecuencia,
te empalagas con unas probadas y no vives,
solo deliras y agonizas hambrienta.
Sientes que te conoces, pero no hay espejo que vea tu reflejo;
indudable te tropiezas con tus recreos de niña pretendiendo ser mujer,
y desando ser mujer, solo deseas y deseas.