Amor de madre,
instinto certero y visceral,
desde la fundación del mundo
has sido faro ineluctable,
candil sereno no solo para el hijo,
bajo tus alas se cobija el universo
y sobra espacio para llenarlo de piedad.
La mas sencilla y la mas fiera hembra
en el reino de los seres vivos,
gregaria primigenia constructora de nidos,
labriega inagotable,
sembradora de lirios imposibles
en la aridez del mundo actual.
Madre yo te admiro y te venero
en cada rostro que has llevado
a través de las edades,
y me duelo contigo cuando bajas altiplanos,
con el fruto de tu sangre
durmiendo plácido en un ato
sobre tu dolida espalda,
subo a tu pequeña embarcación
de fríos patagónicos, doblada
por la inclemencia y el destino aciago,
yo te siento en la paciencia de las piedras
cuando esperas que regresen
los hijos de la guerra,
¡como duelen en tus dedos las cuentas del rosario¡
¡como arde en tus pupilas el ruego, la plegaria.¡
Y he llorado contigo en cada semáforo,
cada esquina, denigrantes madrugadas.
Madres desarraigadas, amputados úteros sagrados,
presento mis respetos,
en un puñado de palabras pobres,
por lo tanto que se podría decir
sobre tu condición, repetidora de vida.
Fedayines Palestinas
en primera línea sobre
el martirio irracional,
ayer se me encogió el corazón,
al encontrarte madre Birmana
amantando a tu hijito,
después de ser asesinada.
Alejandrina.