Escucho el sonido de los vaivenes
de la copa de un árbol
movido por el viento
que reparte sombras a la luz de un día nublado.
Simula con su follaje el anochecer
y llama a postrarse en su tronco y usarlo de cobija.
Sus hojas caídas sirven de cama
y sus hojas colgantes hacen de techo
sus ramas alargadas albergan las aves
cuyos silbidos invitan al sueño.
A tantos encantos no me resisto
me vence sin oponerme
la ilusión de tener la libertad
de poder tocarte al cerrar los ojos
y oler el aroma de tu piel en la distancia.
Mientras divago
varias mariposas que posan sobre mis pies
me hacen creer que son tus manos
que los acarician
en este sueño efímero
que dura a lo sumo cinco minutos.
Esos cinco minutos bajo este samán
me bastan
para pensar
que he vivido la eternidad de este día contigo.
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