Aunque voy por un desierto camino,
hambre no tengo ni siento la sed,
espejismos hay que tienden su red,
escondiendo del cactus los espinos.
Voy al ritmo del tiempo, es mi destino,
y, tal vez, no lo sea para usted,
pero el hecho que no vea pared,
no quiere decir que el mío es más fino.
Es esto con lo que a diario porfío,
que, el tïempo me lleva en dulce arrullo,
y entre sus brazos lloro y sonrío.
Y ante un problema en Dios siempre confío,
por eso, a los problemas no les huyo,
ni al mismo desierto, al cual desafío.