Amanecen tus labios, fiel estrella del sueño.
Recién hemos descifrado el universo,
los astros un mismo diamante comulgaban.
Cada grillo oportuno vivió su porvenir.
En el medio estuvimos como luces lejanas,
en riberas ocultas desbordaron nuestros ríos.
A cada rincón la luz le enredó la vida,
muchas veces cantamos una canción de agua
y de bosques. En alas de mariposas libres,
todos los oros a nuestros pies venían.
Me ofrendabas tus manos de celestes equilibrios.
Callabas mis lamentos de otras tierras.
Pan, flores, tu pecho. En limbos enredamos
la aurora de las cabezas. Paso a paso llendo
hacia el cosmos de la tarde, contigo.
Siempre contigo, desperdigando otoños
y frescos relámpagos de misterio.
¿Qué estupor, qué tinieblas asomaban?
¿Qué verde luna entre los cabellos del tiempo?
De constelaciones y abismos presagiabas
este lecho de los sueños. Como la nieve encerrada,
así los días se congelan entre la vida.
Como alas que se van, como pies muertos,
vamos imitando un carnaval fugitivo.