Hombre de cultura vasta
siempre descubrí en usted,
por eso no me extraña que esta carta
la esté leyendo ya por internet.
Usted no perdonó mi popularidad
con todos los compañeros de labores
por eso, con jerárquica superioridad
ejercía sobre mí, ciertas presiones.
Supe con tacto, desde el principio,
aprender de sus amonestaciones
no era distinto nuestro equipo,
pero eso parecía, en ocasiones.
Tantas discrepancias de criterio
hacían los desacuerdos infinitos,
hasta que un día, con mágico misterio
jugamos por fin en el mismo equipo.
Las metas y los objetivos
los alcanzamos con esfuerzos conjuntos
y pudimos lograr el cometido,
trabajando todos juntos.
Tal vez en el plano profesional
no hubo al comienzo mucha empatía
pero un día nos unió el gusto musical
y el inmenso amor a la poesía.
Porque después de la jornada laboral
compartíamos el gusto por el arte
y fue en esa relación informal
donde nuestra amistad sentó sus bases.
Fuimos jefe y subordinado
donde nunca faltó el respeto
fuimos un equipo cohesionado
podríamos decir que muy completo.
Usted se fue de la empresa jubilado
y todos compartimos esa ocasión
y después usted muy emocionado
compartió también mi jubilación.
Reciba jefe mi sincera salutación
en esta carta que hoy escribo,
nunca olvidaré que fue mi tutor
ni mucho menos que soy su pupilo.
Autor Alejandro J. Diaz Valero
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Bajo el Número 130516512322