¿Quién soy yo, si ya no
me veo reflejado en tu rostro?.
¿Que sentido tiene la aurora,
si no añora a ninguno de los dos?
En el vapor gris plomo,
imagino tu pelo azabache,
que se desgrana entre mis dedos.
Pero creo que es solo eso,
un espejismo preso en mi mente.
Aturdido por tantas señales
que aparecen en el camino.
No se si dar un giro,
o seguir a tientas.
Quizás la luz me encuentre,
o seguiré sumergido en la niebla...