Amor, doblemos las campanas
arrumemos los sueños
en el cuarto alquilado de una azotea
santiguemos una estrella roja
- nostalgia de célibes huesos-
Seamos felices en el mundo que hace de nosotros
una esquirla de botellas en la sonrisa flemática
del mar, abriendo sus venas,
por primera vez, por vez eterna
al amar somnoliento de este paraíso de monedas.
Amor, doblemos las campanas
al escuchar la nota
tropieza la hora perecedera de una memoria
busca la piel dormida en la ventana fría
de un recuerdo con boca y un amasijo de cuerdas.
Quién seras tú, ya sin nombre
un rito danzando en el infinito de esta nada
la nada voluptuosa que traza la ciudad del viento
allá estamos, un murmullo agitado,
una cama buscando el paraíso de unas manos
un libro de lágrimas, en párpados, desgastado.
Amor, doblemos las campanas
antes que esto que somos
se bifurque en las cadenas tristes
otoño de pájaros caídos
y haga de nosotros
-remolinos del tiempo-