Diaz Valero Alejandro José

Carta a un amor inconcluso

Hola amiga, recibe mi saludo,

y ese cariño siempre sincero,

no importa si el amor no pudo

unirnos por el mismo sendero.

 

Nunca nos dijimos nada

el amor nos dejó mudos

solo hablabas con miradas

y nunca las entendí,  lo juro.

 

Bueno, tal vez, la leve sospecha,

me hacía saber que algo existía

pero el alma se embriaga y se despecha

cuando escribe trazos de poesía.

 

Tú eras apenas una adolescente,

yo adolescente de igual manera,

teníamos el alma floreciente

viviendo amores de primavera.

 

Nunca nos dijimos nada

la palabra no se hizo presente,

y a pesar de estar enamorada

este amor se lo llevó la corriente.

 

Nunca nos dijimos nada

el verbo estuvo ausente

y yo enamorado callaba

por pensar en el decir de la gente.

 

Tú comentaste con los años

que solo esperabas mi declaración,

y que ese amor tan añorado

lo tenías dentro de tu corazón.

 

Yo, por el contrario, nunca dije nada

preferí guardar el amoroso secreto;

fue una experiencia tan complicada

y por eso no pude ser indiscreto.

 

Pero fuimos novios de igual manera

me amaste y te amé fervientemente;

nunca nos besamos ni siquiera

y esto es triste que lo cuente.

 

Ese amor se fue después apagando

tú te casaste y yo también,

y sin saber cómo ni cuando

poco a poco se acabó el querer.

 

Pero ha quedado el recuerdo

de aquella experiencia adolescente,

no se si al escribir me excedo

al pensar que fue para siempre.

 

Ignoro que hubiese sido de nosotros,

si alguna palabra hubiese brotado;

nunca vi lágrimas en tu rostro

como evidencia de haber amado.

 

Es que somos tan diferentes,

tan divergentes nuestros caminos;

que de haber sido más insistentes

tal vez hubiese sido, un castigo.

 

Tal vez, al ver mi cabeza cana

dirás que estoy marchito y feo,

que ya de amarme no tienes ganas

y que ya no existe en ti el deseo.

 

Y yo al verte igual de bonita

vea en ti a esa amiga de otro tiempo,

capítulo cerrado de inconclusas cuitas,

convertida en carta con algunos versos.

 

Prefiero guardar ese amor bonito,

el que nunca dejamos que fuera;

y hoy en el cielo del recuerdo infinito

extiende sus dos alas, se sacude, y  vuela.

 

Autor: Alejandro J. Díaz Valero

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