Como un árbol quemado por un rayo,
grandes heridas abiertas y ramas retorcidas,
así se siente un hombre cuando su vida se ha roto.
Un dolor ciego y sordo recorre su alma,
lanzando al aire mil gritos silenciosos,
escuchados por la nada y la nada no responde.
Es como flotar en el vacio del espacio,
ves mil soles y ninguno te calienta,
estas solo rodeado de espacio obscuro,
la salvación está a millones de años luz.
Qué hacer para poder sobrevivir a tal desventura,
tal vez encontrar unos ojos que te miren sonrientes,
en ese mismo instante, cuando más lo necesitas.
Quizá pedir perdón por el daño hecho,
una o mil veces aunque seas rechazado,
o perdonar a quién te ha hecho daño.
Mejor es no pensar, es sentir y no dar vueltas
a ideas demasiado enmarañadas al círculo vicioso.
Di: siento que te quiero y no encuentro ninguna justificación
para no seguir queriéndote para siempre.
FÉLIX