Esto, es simple.
Abrimos el corazón
le cruza una bala
cambiamos el oficio
por un acuerdo de dones.
Devaluamos la suerte
a un billete de lotería
con números apócrifos
y santos del retrete.
Nos salvamos del desacierto
en un columpio empujado
desde el clero dominical
y un conjunto de leyes.
Y nos sucede,
para hacer de esto
una sociedad compartida
anulamos la causa
por una pared genocida.
Benditos sean los campos
el regalito del viernes
la coraza aniquilada
por un besito en la frente.
Esto a fin de cuentas
es el milagro que exigimos
al cruzar la hora del sueño
liberados de gentes.
Gentes,
Leyes,
Muertes
y en medio de la nada
un poco de vida
girando en el carrusel,
-paraíso doliente-