Hoy te escribo esta misiva
tal vez con ánimo jocoso,
todavía te quedan rasgos de vida
aunque solo eres un perro sarnoso.
Ven aquí, amigo… Habla,
conversa conmigo serenamente,
¿Dime cómo te salió esa sarna
tan desagradable y tan pestilente?
Eres el preciso destinatario
de esta amistosa misiva
que nació al verte tan precario
cruzando indiferente la avenida.
¿Dónde se han ido tus dueños?
cuéntame, amigo te suplico,
¿Qué ha pasado con tus pelos
con tus orejas y con tu hocico?
Cuando esta carta abras
yo tan solo por favor te pido
que si por el pesar ya no ladras
me regales al menos dos ladridos.
Solo espero que el cartero
le lleve mi carta enseguida
antes de que al pobre perro
lo arrollen en la avenida.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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Bajo el Número 130516512322