Nos inventamos costa
en un piélago rojo de quimeras
la corriente nos roza,
desordena la arena,
grana de mar nos baña, gota a gota
Es el silencio arquero
cuando se hablan las miradas,
humedecidas pieles con romero,
entre abrazos ancladas,
en el puerto de sueños de viajeros.
En miradas silentes
seguimos siendo costa
y entre pieles fenecen rojos puentes.
La eufonía interpreta la langosta,
reposa la arena... en quietas corrientes.