Nos acostamos juntos
tomados de las manos
y sin siquiera intentarlo,
nuestros sueños volaron
hacia un mismo pasado.
Trajinar de niños,
de inocentes amores,
llenos de alegrías
también de sinsabores.
Adolescencia rica en emociones
desbordadas en energía apasionada,
apostando al amor
sin contemplar errores.
Hombre y mujer
en acordada comunión,
reafirmando su unión
con el nacimiento de otro ser.
Calma de otoño,
renovación de juramentos,
añoranza de imborrables momentos
convertidos en vivientes testimonios.
Nos despertó al fin
el calor de nuestras manos,
y aun sin soltarnos,
volvimos a vivir
el ciclo del amor.