Alejandrina

TE LLAMÉ MILAGRO

El día anterior a tu llegada

todo era invierno y frío,

afuera el hielo mordía los cristales,

el viento aullaba como fiera.

En la plaza vacía  las campanas doblan,

por los pájaros que nacen prematuros,

por los amores destinados al suicidio,

por los años que pasan impertérritos,

marcando los estigmas del dolor

sobre las frentes.


Tu nombre llego desnudo a mis oídos,

no supe en que recodo del camino

te aferraste a mis enaguas,

ni qué prodigio de que santo

te colgué en los brazos.

Nativo indómito,

de banderas libertarias,

la tiza de tus manos

dibuja una sonrisa,

sobre el sedente llanto

de mis crucificadas lunas,

cayó a tus pies el negro velo,

poniendo en movimiento

los colores por siglos anegados.


Me llamaste huella, cobijo,

puente sobre aguas bravas,

yo solamente te llamé... 

milagro.


Alejandrina