Esa mirada tuya;
Mezcla de furia, pasión y lujuria;
Tan cautivadora como canto de sirena
Que atrapa al barco que navega a la deriva.
¡Oh, esa mirada tuya!
Esa mirada que llevo en el alma encallada,
Que tengo en los sueños de la madrugada.
Es fácil conducirme hacía la luz que emana de todos tus encantos;
Aquellos encantos en racimos
Que rebosan de tu sonrisa y desbordan de tus manos.
Es fácil encaminarme hacía tu figura hermosa,
Igual de fácil es perderme en la extensión de tus colinas,
Pero todo comenzó por esa mirada tuya,
Hasta dejarme tendido entre las sabanas de tu cama.
Hasta confundir tus ropas blancas con la espuma de las olas.
Horas, días, meses, hasta años pase varado en tu cintura,
Explorando cada centímetro de tu bella alegría,
Sin voluntad, sin resistencia;
Rendido a esa mirada tuya.
Héctor Humberto García Herrera