Ahora,
sin la mesura insoluble de un mapa invisible
contemplado desde las nueve cimas
del eneagrama de constelaciones y dudas.
Ahora ya sin el relámpago marchito
por la neblina del olvido,
ahora sin la covacha hundida
por enlamados recuerdos.
Ahora sin palabras y cigarrillos chillantes
como el rechinar inconciente de los dientes
De un infante, centinela vigilante de la noche
con candida inocencia.
ahora sin el crujir incesante de los prados ya no tan verdes,
sin ese donaire que figuraba como postal
ahora ya sin el aire suspirando por tu espalda
provocando tumultos de fuego sobre tu piel
ahora, ya sin ti…