Llevas en tu mirada cien abismos
que te separan de los otros seres
apenas atisbas el misterio y te deshaces
en millones de partes inmaculadas y ajenas.
Vives en eriales de soles fríos y tristes
eres animal y cubres tu desnudez de instinto.
Repartes sollozos que jamás aceptarás
estas dispuesto a levantar la quijada del burro,
presto en tu locura ciega y aterida.
Minúsculo simio, ángel disfrazado,
sublime monstruo, desvalido gen,
piensas que eres el centro de la nada
y ella te dice que no eres el todo,
Husmeas en tu destierro irremediablemente
solo, te encorvas en el útero de tu nacimiento,
ríes para ahuyentar a cuanto lobo no puedes matar.
Al final, crees que la noche nunca más será
pero sabes que volverás a ella
como vuelven los gritos y la luna,
como vuelve el silencio a las tumbas.
Y pasas y regresas a repetirte
a tu única angustia, a la que perteneces.