Y no somos conscientes de la manada
que puede desplazarnos hacia los abismos
que nos coloca en ultramundos
que nos amenaza a eterna muerte
o a eterna vida, que es lo mismo.
Pero más que nada somos básicos,
hipófisis, amígdala primigenia.
Somos espíritu, corteza, música compleja,
esbozo de Manet
abstracción mental, sublime excepción
azar programado, nos encumbramos
miramos estrellas que nunca alcanzaremos.
Homo sapiens-sapiens, neandertales fracasados,
ávidos mamíferos.
De pronto caemos de las alturas:
nos preguntamos, creamos modelos,
parábolas, nos construimos
nos deshabitamos, bostezamos
de nosotros mismos
buscamos a encontrarnos y no nos hallamos.
Nos olvidamos de nuestro mejor invento
de lo único que nos salva de la agonía
de lo que podría extendernos y rescatarnos,
olvidamos el gesto del gurú, de los iniciados
nos asimos a él porque intuimos
que es nuestro único salvavidas
lo que nos prolonga y da nobleza a los instintos
pone lirios en nuestros cansados ojos
respiro a nuestros atribulados pechos
lo miramos apenas erguidos con temor
y miedo, lo llamamos amor.