Mirarte así tan quieta,
con el semblante tranquilo,
más que tranquilo
con un rictus fúnebre.
Pálida a pesar de saberte
el color de tu rostro.
Inmóvil, dentro de un espacio
rodeado del cuadro de la última cena
con querubines adornando las esquinas.
Sólo miro tu dulce faz...
Pareces sumida en un sueño profundo,
un sueño del que sé,
sabemos no despertarás.
Flores blancas sobre tí,
cintas con leyendas de familias
y personas que no se si te lo dijeron,
\"Te queremos Abue\"...
Recuerdo que yo te lo dije alguna vez,
teniéndote abrazada luego de darte un beso
entre los pliegues suaves que se dibujaban
en tu carita que solo emanaba ternura.
Lloraste al escucharme,
ahora es que me acuerdo,
y lloro también remontándome en el tiempo.
Te dije: - No llores Abuelita, tú sabes que Te quiero.
Todos te queremos. -
Intenté pensar en palabras que te hicieran olvidar el llanto,
sólo atiné a abrazarte más fuerte.
Andaré hacia atrás, recordando,
a partir de este 15 de mayo,
hasta llegar al punto donde te pueda dibujar en letras
como te ví desde que era una niña.
Sé que recién te has ido,
pero ya te extraño tanto.