Hoy le escribo señora suegra
buscando la paz en mi relación
pues vivir de guerra en guerra
no resuelve la situación.
El hecho que su hija me quiera
y me haya abierto su corazón,
no es la razón por la que cela
sabemos que hay otra explicación.
Usted muy cordial me sonreía
cuando yo por su casa pasaba,
siempre tuvo gestos de simpatía
dibujados en lo ancho de su cara.
Vi abierta siempre su ventana
a la espera de mi puntual regreso
y a veces hasta un ojo me guiñaba
y furtivamente me lanzaba besos.
Ahora la situación no entiendo
si yo con su hija he cumplido
¿Porqué me detesta como yerno?
si yo amoroso con ella he sido
Tal vez usted otra cosa pretendía
pero yo nunca le he correspondido,
deje ya por Dios, la niñería,
que usted tiene su marido.
No me gustan los enredos
y menos por un lío sentimental
prefiero a su esposo como suegro
que como un peligroso rival.
Hasta pronto me despido
reciba mi saludo estimada suegrita
y tenga por favor el café hervido
cuando vaya en la tarde a la visita.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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