Hugo Emilio Ocanto

La calma de mi alma (Poema)

Hoy amaneció muy frío y lluvioso.

Hoy no tengo la edad que tengo.

Es... como si hubiese retornado

a mi lejana juventud.

Mi lejana... esta maldita costumbre mía,

de cargar años a mis años.

En realidad, siempre he dicho

tener más años de los que tenía.

Hasta ahora me pasa lo mismo.

Suelo decir que tengo tantos años, sin tenerlos.

Pero hoy tengo los que tengo,

pero pareciese que en realidad, no es así.

Me siento interiormente con muchos menos

de los que en realidad tengo.

Supongo que es porque mi alma está calma.

Serena, radiante, hasta diría que feliz.

¡Cuánto me cuesta ser feliz!,

no monetariamente, porque si tuviese

que pagar por instantes de felicidad,

no podría hacerlo.

Pero no, no quiero hablar sobre dinero.

Ya sería entrar en pensamientos y palabras

algo irreproducibles... a un lado tema.

A ti, quiero contarte ( y espero te alegres)

de que al tenerte entre mis brazos,

el sólo tenerte, ya me siento feliz.

Lujuria y sexo siempre van unidos

a dos seres que se aman.

Siempre uno siente más amor que el otro.

Ella puede ser más cariñosa,

yo tal vez menos, o viceversa.

Pero anoche, después de haber gozado

tanto contigo, y de haber quedado ambos

extenuados por tanto sexo,

tú te fuiste, porque debías hacerlo.

Así lo acepté, mi amada, porque

todo lo que tú me digas, amándome

tal cual me amas, ni más ni menos,

soy tan pero tan feliz, que elevo

mis manos hacia el cielo,

y doy gracias a Dios,

por enviarme la luz de tu presencia

a mi vida.  Hoy, siento esto, mañana...

tal vez así no sea, pero me he dispuesto

vivir el momento, mañana será otro,

como la vida me lo designe...

La calma de mi alma, te la debo a ti...

No te hagas cargos de conciencia

cuando no me la puedas otorgar...

tu presencia es muy importante en mis días,

en las noches más se complementan,

y aunque el sexo no existiese,

igual he de sentirme feliz,

porque tú estarás a mi lado,

y si no lo estuvieses... me resignaré

a tu ausencia, aunque extrañaré tu presencia.

Si no estás conmigo físicamente,

tal vez tú has de pensar en mí,

y el saberlo me hace feliz.

Ten la seguridad de que yo siempre

pienso en ti... con mis días soleados,

calurosos, fríos, con viento, con lluvias...

y si tu alma está junto a la mía,

lograré la calma de mi alma...


Todos los derechos reservados del aurtor(Hugo Emilio Ocanto - 19/05/2013)