No se va al cielo el corazón del poeta ni de escritor
Más bien su corazón trae aquí un pedazo de eternidad.
En esos días donde mi ser se quemaba en mis brazos
Y en vómitos trasparentes salían de mi aquellos balazos
En estos días donde solo puedo pedir un momento más
En estos días, deseo cerrar mis ojos, para poder encausar
Aquellos ríos silenciosos llamados eternidad, realidad.
Una vez me siento mejor, abro mis ojos de nuevo
Y sin pensarlo, tengo un millar de colores más por ver, sin desvelos
También sin dormir, también sin pretextos…
Colores, en las miradas de quienes me encuentro en todos lados.