La copa llena de tus labios,
el infinito trago,
esos respiros que siguen en la brisa del tiempo,
cada abrazo que me refugia,
esta sensación de haber vivido,
esa sonrisa que permanece en la soledad,
versos con el aroma de cada luna,
cuando las noches fueron rosas,
y en el agite,
los arrebatos fueron mutuos,
pétalo por pétalo bañando el reloj,
ese sonido que vence lo permanente,
nos iba descubriendo en el silencio,
la oscuridad de la partida,
los dedos que aún alargados tocaban la nada,
esos momentos que se desgataban en las noches furtivas,
las de sabernos en el mismo vacío,
cada lagrima una lluvia de ríos perdidos ,
esta forma de amarte,
quizás algún día toquen el océano,
y seamos una misma barca,
con los recuerdos coincidiendo,
en las caminatas inventadas,
cuando me dibujaste en tu vida,
en tus manos de lienzo fui cediendo,
quedando como un óleo que resiste el pasar de los días,
transformando el fuego lento en rayos de la noche oscura,
inventando tonos para llegar a ti,
en la piel de una noche que nos devuelva,
ser lo que soy cuando te miro,
y en tu mirada atrapar el vuelo,
para ser en el aleteo,
lo que somos,
cascada de un mismo bosque,
el eco de tantas tardes,
el aroma de la mar que vence los acantilados,
y va dejando como testigo las arenas incrustadas,
para luego en cada ola,
dejar las caricias de este amor.