Ocultos alfileres entre nubes,
horadan cada gota del rocío,
caen desde la hoguera hasta el hastío,
acariciando aquel suelo en que estuve.
Vapor y frío que hasta el cielo subes,
con calidez de invierno te sonrío
desde este suelo, en el que un día impío
cautivo en sus verdores me mantuve.
Tuvo la hoguera por leña el recelo
y el esplín al hastío abrió la puerta
para dejarle entrar al blanco cielo.
Así, dentro sin que nadie lo advierta,
fue creando un evento paralelo,
entre el cielo nulo y la tierra cierta.