Mercedes...
Esta carta no era para ti.
Estuve escribiendo en falso, sobre el vacío
y me detuve a observar entre sombras
que desde el negro de la pared
eran tus ojos los que me miraban.
Y me acerqué a revisar las grietas
el mugre, el tapiz, los cuadros y las cortinas
y en esa pared solo encontré la edad del tiempo
en las arrugas del muro solo vi soledad.
pero juro que te percibí, Mercedes...
allí... entre la ciénaga de la pecera vieja
tras la lámpara que nunca encendió.
Entonces torné a escribir mi carta a Irene.
Pero una voz desde los muros del triste hogar
congeló mis sentidos en un baño de nitrógeno,
y solo mi mirada buscaba esa voz
con mi lengua hincha por el miedo
pegada al cielo del paladar...
y era tu voz, Mercedes... no era Irene...
Eras vos.
Qué miedo recordar lo que antes había borrado..
reduje mis impulsos y rebobiné la calma.
¿Cuántas noches en ti habré pensado?
y me decidí a cambiar el destinatario de mi presente.
Y de nuevo tu voz me llama, me atormenta
me hunde en dosis de cloroformo,
me despierto y regreso a un llanto infantil
producto de mi verdad.
Ay! Mercedes... Irene no es igual...
junto ella solo puedo aceptar que te recuerdo.
Junto a ella la paso tan bien,
que solo pienso lo que contigo me fue de mal
con ella aprendí lo que tu me enseñaste
y contigo no quise aprender.
Esta carta era para ella, no para ti..
pero a ti te la escribo, a tu buzón la envío,
si la recibe tu marido, tu mozo, tu novio,
tu amante, tu perro, tu mayordomo, tu papá,
tu hermano o tu Dios, poco me importa...
necesario es que se sepa que a alguien llegó,
y que es para ti, no para Irene...
Así no solo lo sabrás tu.
Te extraño, Mercedes... veo el sofá,
la lámpara, la vida, el suelo, la cocina...
y qué hermoso recordar que en esos lugares
jamás tus pies vieron terreno.
Pero en esos lugares te recuerdo...
te clono en la soledad de mi casa
te repito en los espejos del pasillo
te dibujo en los contornos del aire.
Ay! Mercedes... Si contigo me hubiera ido...
Irene me ha dejado, por un patán, por un bandido...
Para eso la carta... pero ahora te recuerdo.
Y extrañarte es peor que inventar tu cuerpo
en la eternidad de mi miseria..
Te necesito y me necesitas.
Espero que Irene ya no vuelva.
Espero estés bien, Mercedes...
mi corazón es un reloj oxidado y triste
una manzana podrida que pudre lo demás,
una nube negra en un cielo de verano...
es mi alma una arruga perdida
en la juventud equivocada...
Vuelve, Mercedes... no me falles...
Que luego tendré que escribirle a Irene esto mismo.
Blas Roa