Musas que se pierden, y regresan en cada lágrima, con el viento.
Titilan por las noches, y a veces olvidan su luz entre jazmines,
alelies y muchas otras en esa amargura que rompe el pecho, como hielo.
Es un eco pasajero de todos esos recuerdos que naufragan en desiertos
y tempestades de agua y arena que se fusionan en un lecho de muerte,
donde siempre vivo y salgo a flote,
donde siempre muero y me ahogo, en mi mismo.
Un rejunte de letras, que nunca significan nada, pero siempre explican
lo que mis labios no saben decir, lo que mi voz calla, entre sombras.
A veces, o siempre (creo) soy solo eso, una hoja en blanco,
que se llena de tinta añeja, dibujando confusas historias, ajenas, y muy mías.
Lemos Maximiliano Daniel
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