Me desperté del sueño eterno,
con la esperanza rota,
sudando sensaciones impúdicas
recubiertas del sentimiento pasajero
que se acuna, irremediable,
en los poros de adrenalina eyaculada...
Me desperté de la vida
y volví a sentir la penumbra de la duda...
el presentimiento de la noche callada.
Me volvieron los latidos funcionales,
de respiración entrecortada...
como si algo de la nada, me faltara...
Respiré profundamente
y el aire ya me ahogaba,
entre palpitaciones de placer dormido
y un progresivo abandono de fuerza vital.
Me desperté del perpetuo silencio
y escuché todos los gritos,
los llantos oscuros que jamás callan...
Todas las melodías de notas preñadas,
entre rituales de melancolía;
las mismas patrañas ensortijadas
que pululan por senderos de lágrimas.
Me desperté sintiendo miedo,
al comprender que no estaba muerto.