¡Qué misterioso eres Señor Tiempo! Transitas a pasos lentos, constantes e imperceptibles pero tus huellas son perpetuas, imborrables. La vida en su transcurso va nutriéndose de todo tipo de eventos donde cada ser va depositando su propia firma y así, sumados, la historia va tejiéndose. Civilizaciones completas han nacido, evolucionado, involucionado y sucumbido dejando solo vestigios de algo que fue y no volverá a ser jamás. Por eso, deberíamos ser un poco más conscientes con la cuota de responsabilidad que implica nuestro efímero paso por este mundo. Por muy pequeño que sea nuestro aporte, quedará impreso de una u otra forma, por nuestro protagonismo, por nuestro antagonismo, por nuestra indiferencia, o por nuestra acción o inacción. Al ser portadores cada uno de una cantidad de energía en la complejidad del Universo, somos cuentahabientes en ese fondo común en el proceso evolutivo. ¡Qué gran responsabilidad adquirimos desde el momento mismo del nacimiento!! Función, misión, propósito y objetivo, todos tenemos uno. ¡Pensar que ya nos hemos comido las dos terceras partes del hábitat planetario!! Y seguimos, sumando con nuestras acciones ¿o restando? en el sentido ecológico, es evidente el paso de la humanidad…. ¿y en el sentido social?...¿y en el sentido afectivo?.
Invariablemente somos seres temporales... sujetos a los caprichos que el tiempo va provocando en nuestra existencia. La realidad de este día será diferente a la de mañana. Cada etapa de nuestras vidas es diferente, nos ocupan pensamientos diferentes. En Física, se define como momentum a la cantidad de movimiento o ímpetu de un cuerpo en sentido vectorial (supongo que en una dirección determinada). Es así como me inclino a pensar que los eventos cotidianos van situándonos en momentums donde las intenciones y las acciones de cada individuo se fraguan de diferente manera. Cada episodio de la historia de nuestra vida cumple un ciclo, nos entregamos a ese ciclo con pasión pero luego la vida misma se encarga de situarnos ante nuevos desafíos… nuevos derroteros… nuevas emociones… nuevas expectativas…. La mano del Ser Supremo está siempre presente en cada cambio, la vida es mudanza a propósito, y siempre tendremos ante nosotros retos para probar de que madera estamos hechos y si estamos a la altura de las expectativas que nuestro Creador tiene de nosotros. Es así como el ser humano está obligado a “moverse” a no permanecer estático por demasiado tiempo, porque la vida fluye continuamente y en su arrastre debemos continuar en movimiento constante, avanzando, ocupando otros espacios, tocando otras vidas dejando nuestra marca personal en la trayectoria.
¿Cuál es mi momentum ahora? ¿Dónde estoy? ¿Dónde quiero estar? Porque el gran privilegio que tengo es el poder de decisión para continuar en el ciclo, finalizarlo, y comenzar otro. Tengo función, propósito, misión y objetivo, soy un ser temporal con una cuota de responsabilidad por la pequeñísima pero significativa energía que emito desde mi ser y su influencia en el espacio que me rodea. Y la teoría del rebote: invariablemente, recibiré magnificado lo mismo que entregue, porque el Universo no se queda con nada. Lo devuelve incesantemente en ese inacabable fluido entre los seres que lo componen. Somos seres temporales con un impacto significativo y la magnitud de ese impacto, determinará nuestro nivel de trascendencia cuando de esta vida tengamos que partir sin retorno.
Sin importar nuestro momentum, que la búsqueda insaciable de un estado de armonía con nuestro Creador sea un propósito, un anhelo siempre en búsqueda de satisfacción.