Recostado entre sombras que acogen a un fin,
soy un punto de fuga a los recuerdos.
Una mirada fija de fuerza viril
pone a todas mis penas en defensa.
El aliento se corta a los latidos
y no es mía la noche mágica.
Por momentos presiento que voy a morir
agobiado por la dura inmensidad.
No es preciso suplir con dos voces al ruido
para saber que aquí no está nadie más.
Y tu imagen cargada de vida para mí
se refleja en la humedad de mis ojos.
Con pasajes de tiempos que aún quiero vivir
mi corazón sonríe en buen modo.
Fervoroso de estar a ti unido
me pregunto en silencio si es verdad.
Es mucha la alegría que me da tu mirar,
que quisiera gritar fuerte tu nombre.
Es tanta la alegría al amarte Claudia,
que quisiera jamás de esto despertar.
Mas la dicha es muy corta para calmar a un loco,
y en mi lecho todo se vuelve frío.