En el polvo, en la herida y en el llanto.
Estás en los paréntesis de esta insulsa vida, en las caras de la muchedumbre de piel y escombro. Estás en los periódicos, oculto en los titulares que anuncian la llegada del fin del mundo. Estás en los Smiths y en Mark Twain.
Estás en los reflejos con los que veo el mundo, en los filtros de la memoria que abrazan a los recuerdos y los visten de fiesta.
Estás en las palabras que me invento y que rezo como un mantra inquebrantable de sonidos mecánicos que me impulsan a ninguna parte.
Estás en el intinto y en lo humano, en lo frágil, en lo raro.