Ayer fuiste fiebre ardiendo
en mis manos,
ungüento de piel,
flor en braza…
hoy nieve de noche,
natural rigor de la entrega
…recuerdo que se abraza,
quizá se extraña lo que se tiene a la mano...
como un bastón para el joven,
como un paraguas sin la lluvia...
como azúcar para el agua salada...
arde aun tu imagen
en mi cuerpo como
hoja seca que se despedaza.
Nada queda de ti....
de esa ancestral virginidad
tu rostro se levanta
de esta humedad
calcinada...
y ahora miras
a todas horas la claridad
del alba...
se han quedado perpetuos
y mudos tus brazos, tus piernas,
y las huellas de tu palma,
no me habla nada de ti
ni el lugar exacto de tu sexo
ni la explosión de tus órganos
que recorrimos en calma.
Despiertas los sueños
De tu almohada,
Te asomas al espejo del tiempo,
eres mas mujer ahora
fruto concebido en la rama
del árbol debajo de mi piel
entre sabanas calientes
de sol y cantos de hojarasca,
yo te se como ese llanto inexacto
cayendo en abismos de soledad
horizontal,
en figuras de carne ardiendo,
de besos inconclusos,
de deseos crucificados a tu piel
y a tu vientre transparente...
tu vientre que todo lo quema
y todo lo acaba.
Ya en el remanso
de la hora dormida
y apaciguada,
me digo a mi mismo
que tu virginidad
es un secreto a voces,
nube en medio de la lluvia,
relámpago en la noche,
paloma de fuertes alas,
ahora me dueles
como herida sin costado,
afligiéndonos,
usurpándonos
el derecho de poseernos
en este vacío espectral,
en este espacio universal
que pospusimos
para después de la entrega
nos convirtiéramos
en nada.