Un día sin edad te encontré de frente,
las agujas de marear en tus manos
dirigían el ritmo de las olas,
a la hora del ocaso,
omitido y lejano,
llevabas una campana
y un cristo roto como escapulario.
Me enseñaste la ruta que traza el manque
para volver al sur
a revertir el proceso de la fuente
y hacer girar la noria postergada,
en andenes pasados,
para aventar las semillas contra el viento
aferrándose al útero primario.
Se incineran los cerrojos de las celdas,
para escaparte hacia mi
y yo acudir a ti,
encuentros de puertas entornadas,
de soles bebidos con avidez desértica.
Abri tu pecho con mis dientes,
hasta alcanzar lasventanas de lo oculto,
allí donde acaricias
el maldito gen del suicidio.
¡Ay señor ! como muerden tupido,
la nostalgia y la espera
a la hora del recuerdo,
cuando guardamos en un acerado puño
los instantes, pedazos de segundos
donde alcanzar el cielo y perpetuarlo.
Amor.. amor mio, desnudo entre mis manos,
¡ haz salir nuevamente las estrellas,
sobre las herrumbres de esta noche !
labriego arcano
de rosas que en sus púas,
se desvisten mis anhelos.
Si no es ésta la hora del relámpago,
se extenderá el olvido
como cruel mortaja
sobre el cáliz macerado de los huesos.
Alejandrina.