Puedes odiar los versos
que te escribo,
puedes evitar
las calles que transito,
puedes evadir
las dulces miradas
de mis ojos
que te buscan por doquier
puedes eludirme a mí,
mujer.
Pero no puedes impedir
que caiga el sol
para que brillen las estrellas
y que después de soñar
despierte;
o que mi alma
que a veces olvida a Dios
se olvide de ti,
también