Me siento entre mi entrecejo,
no se si miro lo que pienso,
o también lo que observo,
o lo que escucho a mi alrededor,
o lo que huelo, pollos fritos,
de un negocio frente a donde vivo,
o lo que toco, al alcance de mi mano.
Que locura de mi mente,
de querer capturar la realidad.
Me sombreo bajo un guayabo,
sin moverme, escucho ruido en la copa,
una hermosa pareja de calandrias,
por eso del dimorfismo sexual entre las aves,
la hembra anónima, gris paja,
el macho, un hermoso ejemplar, bicolor,
alas y cara negros, salpicado de manchas,
el vientre, costados y lomo de un fuerte naranja,
su visita es comer guayabas.
Se me van esos instantes del tiempo,
atento y perdido en la belleza de esos pájaros.
En otros momentos, salgo de casa,
y como poste me quedo clavado en la puerta,
en la esquina de enfrente se lleva la basura,
muy en la madrugada, el camión recolector,
deja por un rato limpio el lugar,
durante el día nuevamente, la basura llega,
Un ropavejero con sus perros hace escala,
hurga, come lo que encuentra, les comparte,
junta latas de cerveza que después vende,
y muy parsimonioso sigue su camino.
El negocio de los pollos, muy reciente,
lo promocionaron con escandalosa música,
de corridos y anécdotas de los héroes villanos
que tanto pupulan por este país.
Por el milagro de vivir y aprender,
me aparezco en una iglesia, de filiación cristiana,
a quien se me acerca,
le digo que me gusta y apasiona el Internet.
Sube después al púlpito y me aplica
\"las buenas nuevas\", el Internet, hijo del mal.
Después, esa misma noche, me entero,
es el dueño de la pollería, que durante semanas,
la música de narcos,vino y accesorios,
uso para atraer clientes a su negocio.
No me contengo y digo platicando,
entre varios de los asistentes,
cómo es posible que me apliquen las \"buenas nuevas\", cuando son sepulcros blanqueados.
Soy fariseo de mis hermanos,
se me olvida que lo criticable
lo llevo dentro de mi.
Y siempre frente al basurero,
a veces paso tiempo, observando personajes,
una mama con hambre y dos niños,
también aprovecha lo que tiramos,
comida que se pasó o nos sobra,
ropa vieja que se prueba o a sus hijos,
y carga con todo eso.
Ese día ya comió y se vistió.
Y cada quien que pasa frente a mi,
es parte de mi, yo tengo también miserias.
Las oculto con mi intelectualidad,
pero en silencio, como dijo Jesús:
\"He aquí a tus hermanos\".
Y de pie, sigue ladrando mi mente.
A veces repito, esta oración,
cuyo autor he olvidado.
\"Señor,
concédeme serenidad,
para aceptar,
lo que no puedo cambiar.
Valor,
para cambiar, lo que puedo,
Sabiduría,
para discernir la diferencia.
EL POETA DEL AMOR. 16-05-13.
CABO SAN LUCAS, BCS. MÉXICO.