Había caído la noche. Si definitivamente era la hora. De pronto vio como se entre abrió la puerta y salió una mujer morena de cuerpo robusto, en la claridad de la noche vacilo por unos instantes, ¿Acaso no era ella? Aquella noche se veía distinta, tal vez sería el deseo que comenzaba agolparse sobre su pecho.
Desde la esquina, la veía iluminada por la luz amarilla y mugrienta de una bombilla puesta sobre la puerta que daba a un callejón oscuro. ¿Por qué no venía? En el quicio de la puerta un hombre alto, de movimientos toscos, manoteaba parecía decirle algo. De pronto tiro la puerta sobre la cara de la mujer. Él desde la esquina recostado sobre un poste, permaneció inmóvil. Ella miro hacia donde él estaba, camino lento como si deseara evitar su encuentro, se frotaba sus manos ásperas por los ojos. ¿Acaso lloraba? No definitivamente no, la conocía desde al menos cinco años y nunca había visto que por las mejillas de Maria rodara una lagrima, a veces pensaba que era demasiado dura para ser una mujer, pero así era y esa rigidez resaltaba toda aquella ternura que llevaba en el fondo.
-Hola, te demoraste una eternidad.
-¿Te parece? Quita esa cara de bobo ya llegue.
-¿Acaso lloras?¿ Maria del Socorro llora?
-Claro que lloro, soy un ser humano como cualquiera.
-Si lo sé, es solo que… bueno tu sabes nunca he visto que tus ojos se empañen con lagrimas.
-Siempre lloro solo que nunca me ves.
-¿Tú crees que es fácil?
-¿Qué llevar saliendo cinco años con una mujer sin esperar nada?
-¿Eso?, no, eso es fácil, lo difícil es ver que a esa mujer alguien la allá hecho llorar. Te quiero negra y tú lo sabes, no me gusta verte llorar, ¿Qué te han hecho?
-Por eso nunca me habías visto llorar. Los hombres son unos idiotas, piensan que somos , basura. Y tú, tú eres igual, solo que diferente -Él río al escuchar aquello. Vamos pollo, no te rías es cierto, tu eres diferente pero sabes que en el fondo eres un guache. Quizás no conmigo, pero si con las demás.
-¿Las demás? ¡Valla que si me sorprendes! primero te veo llorar y ahora tienes celos -Se mordió el labio para esconder una sonrisa que broto de momento.
-No son celos bobo -le golpeo el hombro. Es solo que, tu sabes, yo también te quiero. ¿Vamos al carro? Hace frío esta noche.
En realidad siempre hacia frío, el viento se enseñoreaba de las calles y azotaba los rostros con ese aire gélido que congelaba la vista. Manuel ya se había acostumbrado a ese airecillo que soplaba con rudeza, desde hacía mucho que pasaba cerca de una hora esperando que saliera. Mucho tiempo. Eran horas de larga espera y profundos pensamientos. En cierta ocasión había estado maquinando casarse con ella y largarse lejos, muy lejos donde nadie les molestara y cuando salió estuvo a punto de confesarle su plan. \"Sabes negrita, quiero confesarte algo, es algo que he pensado… Yo quiero, he quiero … comer algo contigo\" En el último momento sintió un nudo en la garganta que le calcino las palabras. Desde entonces cada noche, premeditaba como le diría su propuesta, pero aquella noche que la vio llorar comprendió que tenia corazón, que en el fondo era una mujer. Se lo diría pero no aquella noche, quizás mañana.
-¿Qué te ha pasado?
-Nada.
-¿Entonces lloras de nada? ¿Por qué eres así conmigo?
-¿Así como Pollo?
-Así.
-Bobo yo te quiero -lo abrazo y suspiro profundamente mientras lo hacía, lo retuvo con fuerza entre sus brazos, él sintió casi como si fuera cierto que lo quería.
-Yo también negra, solo que me preocupas y no quiero que nadie te haga llorar.
-No te preocupes, yo soy una negra dura como tú dices. Es solo que bueno, el viejo cabron de Don Ernesto, cree que yo soy igual que todas las perras que trabajan con él.
-¿Te lo volvió a proponer?
-¿Proponer? Lo intento por la fuerza Pollo, yo le dije que no se confundiera que necesitaba el empleo no un marido. Me hecho. Mañana mismo me largo. ¿Me llevas a mi casa? Tengo que empacar mis cosas.
-¿Te vas?
-Sí, a las seis cogeré la flota para mi tierra, volveré al campo Pollo, de donde nunca tuve que haber salido.
-¿Entonces me abandonas?
-No te dejo, te llevo en mi corazón.
-¿Con que tienes corazón?
-Sigues con tus bobadas. Sabes tenía la esperanza de algún día hacer el amor contigo. Porque no esta noche, de despedida.
-Estás loca. E estado con muchas mujeres por estar, por placer, pero contigo no, contigo no estaría por placer, contigo estaría por amor.
-¿Amor? Entonces así es la cosa he Pollo. Yo te quiero y lo sabes.
-Eso dices siempre, ¿y porque nunca te has querido comprometer conmigo?
-Porque tú eres hombre y todos son iguales, claro que tu eres diferente.
-Y tu eres diferente a todas.
-¿Por qué? Solo porque no te demuestro amor, sabes que lo siento, solo que no quiero que te enredes con esta boba, que tiene al hombre de su vida al frente y no escapas de besarlo. Llévame a mi casa y después al cielo.
La miro con una sonrisa, prendió el coche decidido a atravesar la ciudad lo más lento posible, al final de cuentas era la última noche. Tal vez nunca la volviera a ver, será lo mejor pensó. Que se valla, si eso era lo mejor. Luego al contemplar la idea de no verla mas, sintió como se le arrugaba el corazón, se sintió desamparado con ganas de llorar. La amaba aunque llevara cinco años durmiendo con otras mujeres, la amaba. Ella nunca quiso nada con él, ahora sentía como todas las noches se juntaban en una nube densa que nublaba sus parpados. Sentía el deseo que martillaba su cabeza cuando estaba en cuerpos de otras deseando que fuera Maria para amarla como nunca había amado a nadie. Que importaba todo ello ahora, ella se iba para su tierra y él nunca pudo sentir sus labios.
Cruzaron la ciudad en silencio, él la miraba de reojo, veía su piel morena como canela y sentía la fragancia de su pelo, miraba sus senos y se preguntaba si debajo de aquella piel abría en realidad un corazón. Miraba sus piernas, y su rostro la contemplaba en todas su facciones.
-Bueno llegamos.
-¿No quieres pasar? Dentra que quiero sentir el calor de tu cuerpo.
-No, ya te dije que no lo haría contigo por placer.
-No es placer, yo te amo tonto. Pollo si durante todos estos años no me he comprometido contigo es porque siempre estás en cama de cuanta mujer se atraviesa en tu camino.
-Tú sabes que yo las hubiera dejado a todas solo por escuchar lo que me acabas de decir.
-¿y porque nunca las dejaste?
-Porque siempre esquivaste mi cariño.
-Eso ya no importa, ven y preparo café.
Subieron a la pequeña pieza de alquiler. Era un espacio escaso, incluso para una mujer sola. Su pequeño cuarto estaba amoblado con una cama, un televisor y una mesa donde reposaba una foto de su madre y una foto de él.
-Siéntate preparare el café.
Se dirigió a una estufa, lleno una olla con agua y le agrego cuatro cucharadas de tinto.
-Te amo Pollo y quiero estar contigo.
.Yo también te amo.
Pronto hirvió el café ella saco de una gaveta dos pocillos y sirvió. Sentados en la cama bebieron a grandes sorbos el café. De pronto ella se abalanzo sobre él, lo beso apasionadamente y él se entrego a sus deseos. Se amaron como nunca. En el elixir de caricias y pasión él la sintió viva como nunca y todas su noches culminaban como ninguna. Ella se entregó a él como nunca lo había hecho. La noche era eterna.
A sus veintisiete años Maria nunca había estado con ningún hombre.
-¿Por qué no me lo dijiste?
-Porque sabía que no estarías conmigo. Cálmate Pollo fue bonito. Te amo.
-Maria sabes, desde hace algún tiempo tenía una idea en la cabeza.
-¿Dime que es Pollo?
-Quiero casarme contigo-Ella se echo a reír en una modesta sonrisa.
-¡Hay tu con las que sales!.
-Es en serio cada noche que te espero, siento ganas de decírtelo pero siempre me acobardo. Siento un nudo en la garganta que detiene mis palabras.
-¿En serio?
-No te miento.
-Me hubieras dicho eso anoche, muy seguramente hoy nos hubiéramos casado, pero ahora yo ya me voy para mi tierra, ya nada puedo hacer.
Él quedo como flotando en la habitación mientras ella abrazaba su pecho.