Fui el rebelde contra cupido,
viví huyendo de sus flechas
como el agua al aceite,
como el sol a la luna.
Apresado en mi libertad solitaria,
siendo la paloma encarcelada en el aire,
la gota en el majestuoso mar,
el murmullo en la afónica voz.
Hoy que caen las guardias
y los muros inexistentes
como una rosa marchita
en el resecado suelo.
Hoy que el amor me sonríe
la apagada luz alumbra,
las oscuras brazas se encienden
y el viento vuelve a soplar.
Apareces desde el lejano infinito
con tus nostalgiosos sueños,
con tu voz decorando la verdad
y tus ojos adornando tu tristeza.
Eres el lastimado cachorro
que esconde el hijo de la tierra
como un padre su alocada pasión
o la ciudad su obvia injusticia.
Lo mío se desvanece en el viento
sin saber donde termina el mí,
sin saber donde empieza el ti,
sin saber si soy o eres.
Tan fuerte y grande su poder
que sabiendo que eres una mentira
o una verdad repleta de ilógicas
me lleva a ti ciegamente.
No puedo fingir tu dolor
tampoco vivir tu tristeza
pero eres el aire de mi viento
el pétalo en mi marchitada rosa.
Se que no eres lo que dices
porque intentas decir lo que eres.
Quiero que no seas la mentira
que de tu provocativa boca sale.
No quiero una ilusión,
ni una buena mentira,
tampoco una fantasía
y menos tú falsa verdad.
Deberías ser como el viento
que silva lo que es
sin importarle quien lo escuche.
Sabes que te amo,
pero no que me doy cuenta
de lo que dices y buscas,
de las verdades que niegas.
Quiero ser el que nunca olvides,
el rocío que acaricia tu piel,
el juez que decida tu sentencia
por mentirme tu verdadera mentira.