El viento está molesto conmigo, lo sé. Golpea mi cara como si fuese un duro trozo de mármol e intentase hacer una figura con ella; odio su sonido, siempre lo he odiado, golpea los cristales de la casa de una manera tan espeluznante que me provoca escalofríos y de pronto llama a su amigo el rayo quién invita al trueno a la fiesta de terror.
El viento apaga las velas y me susurra que no me mueva, que hay alguien más en la casa y no sería buena idea encontrármelo, sopla tan duro dándome a entender que está molesto, pero que me dará una última oportunidad…de pronto LUZ, el rayo se hace presente y me deja ver una sombra que viene subiendo la escalera, pero al ver mi cara de miedo, le pide a su amigo que truene fuertemente para que no escuche los pasos de mi acompañante. Hace frio, muchísimo pero yo estoy sudando, el miedo me ha invadido por completo y comienzo a temer por mi vida. La habitación en la que me encuentro está completamente oscura y mis enemigos comienzan a trabajar en equipo, el viento golpea agresivamente el cristal de mi ventana, el rayo seguido de su mejor amigo llegan a escena y me permiten ver la silueta de un hombre en el marco de la puerta… todo es oscuridad de nuevo, siento escurrir agua por mi rostro, pero ya no es sudor, son lágrimas. Intento hacer el menor ruido posible, sé que me vio, como yo lo vi a él pero le suplico a la vida tenga misericordia y me deje vivir, o me mate lo más rápido posible; mis oídos escuchan una respiración entrecortada y mi rostro siente su aliento, está en frente de mí, cierro los ojos y espero muy quieta mi muerte.
Entre mis pestañas alcanzo a ver una luz roja y percibo calor, ¡Vaya que lo hizo rápido!, no sentí ningún dolor, abro los ojos de golpe y me encuentro con unos idénticos a los míos, marrones almendrados, una mano acaricia mi cabello y una voz me dice:
-Tranquila hija ya estoy aquí, papi te cuida.