Quiéreme bien, amor mío,
antes del amanecer;
no habrá otra noche, mujer,
y ya al dolor me confío.
Tus alas rumbo a otro nido
agitarán su canción,
huyendo por la atención
de quien menos te ha querido.
Pero si en tu aroma un beso
te delata al mediodía,
tu muerte será la mía:
dos aves y él, un fracaso.