Guardaba silencio mientras la contemplaba
con su mirada perdida en el abismo,
o quizás en ese futuro que nada tiene de incierto,
pues más pronto que tarde
todos recorremos el mismo camino.
En su semblante sereno,
envejecido pese a su juventud
se alojaba una tez surcada de profundas cicatrices
trabajadas por efímeras alegrías
y profundos sinsabores.
Cada arruga era como un verso bien estructurado.
Su mirada como un poema lleno de armoniosos sentidos.
Sus labios temblorosos, con sus comisuras encogidas ,
denotaban las muchas palabras silenciadas.
Todo su ser era como sonetos velados,
pues si levantase su voz para declararlos
serían más tristes que alegres
los que saliesen de su corazón magullado.
Por esa razón se había vuelto poeta del silencio,
y quien desease de su boca escucharlos
se irá con su mutismo como regalo.
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Hoy busco de nuevo su rostro para en encontrar esa ternura
que la muerte se ocupó de arrebatarme,
entonces desvió mi mirada en busca de su retrato
donde su figura en plena juventud luce
llena de elegante armonía que mana a raudales.
¡Oh mi poeta del silencio
cuántos bellos recuerdos del ayer a tu mente vendrían
al contemplar tu hermosa imagen
llena de vida!
¡Oh Señor cuántas veces habré contemplado
su rostro sin pararme a observar
la alegría que en su semblante vertía.
Allí estaba en precioso marco plateado
mi poeta del silencio,
con su fino semblante sin rugosidades
ni reflejos de pesares, lozana, deslumbrante,
dichosa y elegante,
con su mirada desbordante de alegría.
Entonces poeta del silencio descubrí cual bella era tu alma,
alma guardiana de recuerdos de un bello pasado
y un después lleno de desesperanzas
que no lanzabas al viento por no hallar palabras,
ni producir heridas que dejasen llagas.
Porqué el destino te negó la dicha por ti soñada.
Porqué entre celajes cerraste tus emociones,
y en tu corazón guardaste esos sentimientos
antes llenos de ilusiones de enamorada
y henchidos de inocencia
que el tiempo se ocupó de robarte
haciendo de tu ser una mujer frustrada.
Hoy recuerdo tu mirada perdida,
esa mirada que quizás sólo tu sabías
a donde la guiabas ya que de tus ojos
brotaban amargas lágrimas que ocultabas,
pero no podías remediar que como un manantial
por tus mejillas con delicadeza se derramaran
buscando desahogar el amargor
que en ellas se guardaban.
¡Oh. Mi poeta del silencio
que con armonioso mutismo
tus poemas llenos de sabiduría declamabas,
seguro que en tu alma
se hilvanaban las últimas estrofas
de un bello poema que revivía recuerdos
de joven madre y esposa enamorada!.
Autora: Luisa Lestón Celorio
Autora: Escapintina- Luisa Lestón Celorio -30 - 1 - 2012 -
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